Las mujeres con diversidad funcional están entre las más importantes consumidoras de atención médica y sanitaria. El factor del género en su combinación con el de diversidad funcional determina, por múltiples motivos la discriminación.
¿Porque con 18 años se acaba todo?
Somos las eternas olvidadas, somos las que sufrimos la discriminación por esas creencias limitantes, que nos infantilizan, que nos vulneran, que no nos dan nuestro lugar. Y si a eso le sumamos que son otras personas las que hablan por nosotras llegamos hasta que se vulneran nuestros derechos sexuales y reproductivos.
Con frecuencia se reduce la salud de las mujeres a la salud reproductiva. En los demás aspectos de la salud se asume en muchas ocasiones una “falsa igualdad” con la salud de los hombres, entre otras cosas porque son los varones los que han participado mayoritariamente como sujetos de estudio en la investigación en salud. Estos sesgos de género (androcéntricos) en la investigación, y en consecuencia también en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, han mantenido ocultas a las mujeres en el campo de la salud, más allá de lo que atañe a su condición reproductiva.
Hablamos de desigualdades de género en salud cuando nos referimos a la disparidad en materia de salud entre mujeres y hombres, que es sistemática, innecesaria, evitable e injusta. Esta desigualdad se produce por condicionantes sociales, y no por la biología. La desigualdad conlleva distintas oportunidades para gozar de salud, al condicionar distinta mortalidad, riesgos para enfermar, frecuencia de enfermedad y discapacidad, y discriminaciones en el acceso y la calidad de la atención sanitaria. Siendo la salud un bien primario que requiere distribución equitativa, la discriminación de las personas con diversidad funcional y personas ancianas en el acceso a la asistencia sanitaria supone un trato irrespetuoso al excluirlas como pacientes con igual dignidad, y produce una quiebra de los principios normativos de la profesión médica.
De este modo se acentúa la discriminación social con que ya contaban estos grupos sociales; se exacerban los prejuicios capacitista y edadista ya existentes, lo que contribuye al aumento de la división social; puede agrietarse la confianza de las personas con diversidad funcional y ancianos en la relación médico-paciente, y se puede causar daño psicológico a los profesionales sanitarios que perciban la injusticia de dicha medida.
Una bioética fundada en los derechos humanos debe ser también una bioética consciente de la diversidad funcional. Como tal, constituye una fuente fundamental de crítica normativa de criterios excluyentes que han afectado a las personas con diversidad funcional durante la pandemia. De ahí la importancia de que dichas personas estén representadas tanto en los comités de bioética institucionales como en los comités de ética asistencial de los hospitales, que deben asesorar a los profesionales sanitarios en momentos complicados y con gran incertidumbre .
Desigualdad acceso a la salud reproductiva y sexual
Los estereotipos y mitos han calado profundamente en el imaginario social, tildándoles de seres asexuados no aptos para ejercer su sexualidad de forma autónoma, me refiero a que sean las ejecutoras de la acción, a nivel movilidad, sino que tengan la capacidad de tomar sus propias decisiones en su vida, tanto en el ámbito sexual, como en el laboral, educativo, reproductivo…
Durante muchos años se ha asociado de forma generalizada la sexualidad con la genitalidad. Los personajes principales del acto sexual eran los genitales y en especial, el falo como protagonista del coito, que esta era a su vez el eje central del sexo. Pero hay un mundo más allá del coito y de los genitales como únicas zonas erógenas del cuerpo. La sexualidad es primera hermana de la erótica y esta es esencial en el universo que conforma el sexo y el placer.
La primera vez que se trataron los derechos sexuales de las personas con diversidad funcional, fue en el Congreso Mundial de Rehabilitación, en 1972, cuando Chigier expuso:
• Derecho a recibir información sobre cuestiones sexuales y sobre su propio funcionamiento sexual.
• Derecho a una educación y orientación sobre su sexualidad.
• Derecho a expresarse sexualmente, procurándoles oportunidades para que puedan actuar sexualmente.
• Derecho a casarse o vivir en pareja.
• Derecho a ser padre o madre.
• Derecho a tener acceso a los a todos los servicios
Como arreglar esto..
Las actuaciones en la esfera de mujer con diversidad y salud destacando las siguientes:
• Promover la sensibilización y formación del personal médico y sanitario de atención primaria sobre la atención específica a las mujeres con diversidad funcional cuando hacen uso de los servicios sanitarios, siendo igualmente conocedores de las características propias de cada etapa del ciclo vital.
• Incluir la perspectiva de diversidad funcional los programas generales de atención sanitaria dirigidos a las mujeres.
• Incorporar las adaptaciones técnicas, tecnológicas y de procedimientos necesarias para que los servicios de ginecología y cualquier otro sean accesibles para mujeres con diversidad funcional.
• Promover en todo el territorio nacional unidades para el asesoramiento y tratamiento directo a las niñas y mujeres con diversidad funcional en los servicios y centros de atención a la
discapacidad. Creación de centros de día (infantiles, o adultos) para personas con necesidades generalizadas de apoyo con diversidad severas, en los ámbitos en donde no existieran (especialmente en el rural).
• Incluir la prevalencia de las mujeres en enfermedades, deficiencias y discapacidades en los estudios y estadísticas que se lleven a cabo por el Sistema Nacional de Salud.
• Regular con plenas garantías la posibilidad de la participación social
Conclusiones
Para abordar las políticas sanitarias es importante resaltar que a pesar de que las mujeres diversidad funcional han sido vistas tradicionalmente como asexuadas. La imagen de la mujer con diversidad funcional que impera en nuestra sociedad es la de un ser que se hace depositario de sentimientos encontrados de lástima y rechazo, que no armoniza el papel de mujer y madre.
Además las jóvenes y las mujeres que tienen diversidad funcional están en más riesgo de deficiencias en la salud y de muerte, quizá porque sus problemas reciben menos atención, incluso en los problemas de salud que no se relacionan con su diversidad funcional. Pero la situación opuesta también es un problema porque la sobreprotección, lleva al aislamiento y a que las personas con diversidad funcional, no aprendan destrezas sociales
No hay comentarios:
Publicar un comentario