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lunes, 30 de septiembre de 2024

Verla la playa ha sido diferente

 La temporada de verano ya a su fin cada verano pienso El verano es sinónimo de tiempo de relax  fiesta ,playa ,vida slow, de quedar con gente que no ves por falta de tiempo durante el año... pero.. ¿ Todo el mundo podemos olvidar el reloj o no controlar los refrescos que bebamos con este calor para hidratarnos o ir a darnos un  baño sin preocupaciones de donde meo o donde me cambio? La respuesta es NO , yo no me puedo relajarme en el verano .. Tengo que planificar mi ruta,  en la playa generalmente, tengo los baños lejos o los que son accesibles no atienden a mis necesidades como persona con grandes necesidades de apoyo  en la higiene personal . Si salgo de fiesta tengo que calcular cuando bebo antes de salir de casa para que me dé tiempo a volver y no mearme. Sí bebo cualquier líquido va a haber un momento que tendré que ir al baño y claro: ¿Qué hago? ¿Qué alternativas tengo? Por desgracia no las hay, porque los baños no están adaptados para todo el mundo. Así que, la decisión final siempre es la misma: no participar o tener que cambiarme de una manera antihigiénica e indigna por no contar con unos sanitarios adecuados a las necesidades que tengo como persona con grandes necesidades de apoyo en la higiene personal.  Este año he sentido que por fin iba a playa en igualdad de condiciones que el resto se instaló un cambiador inclusivo gracias a Gaman . 


Tener un espacio digno para cambiarse puede parecer, a simple vista, una necesidad práctica y cotidiana. Sin embargo, al profundizar en este aspecto, podemos apreciar que se trata de mucho más que una mera cuestión de comodidad o funcionalidad. Refleja valores fundamentales como el respeto, la dignidad y la consideración por la individualidad de cada persona. 


Un espacio digno para camb




iarse implica un reconocimiento del cuerpo como un territorio personal. Es un refugio donde cada individuo puede despojarse de las circunstancias externas, de las expectativas sociales, y reencontrarse consigo mismo. En este sentido, no se trata solo de un lugar físico, sino de un entorno que promueve la intimidad y la autoaceptación. 


Cuando las personas cuentan con un lugar adecuado para cambiarse, se les ofrece la oportunidad de experimentar la privacidad que a menudo se da por sentado. Este pequeño acto cotidiano se convierte en un momento de reconexión con uno mismo, un instante para reflexionar sobre su identidad, sus deseos y su cuerpo. En un mundo que muchas veces impone una imagen estereotipada de lo que se debe ser, contar con un espacio digno se convierte en un acto de resistencia y reivindicación personal. 


Además, los espacios dignos para cambiarse también son un símbolo de equidad e inclusión. Cuando las instituciones, empresas o comunidades aseguran que todos tengan acceso a instalaciones adecuadas –considerando la diversidad en términos de género, necesidades físicas, o incluso culturales—, se fomenta un sentido de pertenencia y respeto. Es, en definitiva, un paso hacia la creación de entornos más humanos. 


Por otro lado, es importante recordar que estos espacios no son solo físicos; también pueden ser psicológicos. La dignidad en el acto de cambiarse habla de cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo la sociedad nos ve. Al crear un espacio, ya sea en una instalación pública o en el hogar, donde se fomente la aceptación y la libertad personal, se contribuye a una cultura más sana y respetuosa con la diversidad. 


En conclusión, un espacio digno para cambiarse es una clave para la autoexpresión y la autoaceptación. No debe subestimarse la importancia de tales espacios, ya que encarnan un compromiso social con la dignidad de cada individuo. Nos recuerdan que cada pequeño acto cotidiano puede ser una declaración de respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Así, el simple acto de cambiarse adquiere un significado más profundo: el reconocimiento de que todos merecemos ser vistos, valorados y respetados en nuestra plena humanidad

Como persona con grandes necesidades de apoyo en la higiene, estoy acostumbrada a tenerme que cambiar mi compresa o de ropa cuando hay fugas, en cualquier sitio siendo una mona de feria.

Gracias a Gaman me ha cambiado la vida puesto que instalan espacios adecuados para todas las personas tengamos un espacio adecuado para cambiarnos, hecho por el cual he recuperado mi dignidad . Ya nadie me mira y además salgo más con amigos por ejemplo sin necesidad de mirar el reloj es decir puedo disfrutar del mar sin tener problemas de donde me cambio



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