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domingo, 31 de agosto de 2025

Verano

 Al despedir el verano, siento que se cierra un capítulo lleno de momentos cálidos, risas compartidas y aprendizajes que quedaron impregnados en mi alma. Sin embargo, sé que no es un final, sino una transición, un umbral hacia nuevos comienzos. Queda mucho camino por recorrer, muchos amaneceres por despertar, estrellas por encender, palabras por decir, silencios por descubrir, ríos por cruzar, montañas que culminar, besos, abrazos, que dar, frases por descifrar, mentiras que perdonar, cosas que callar, crucigramas por resolver, puzzles por terminar, amistades por recuperar, deseos por cumplir, sueños que alcanzar, palabras que inventar, caricias que recibir y dar, tormentas que soportar, lluvias que mojen al pasar...


Cada uno de estos elementos representa una parte de mi viaje interior, un recordatorio de que la vida está en constante movimiento y que, en cada final, hay un inicio esperando ser descubierto. La incertidumbre de lo que vendrá puede parecer abrumadora, pero también es una oportunidad para reinventarme, para explorar nuevos horizontes y para fortalecer mi espíritu ante las adversidades. 


Sé que muchas batallas aún están por ganar, pero también sé que cada desafío es una oportunidad para crecer, para aprender y para acercarme más a la versión de mí mismo que deseo ser. La belleza de estos cambios radica en la posibilidad de construir, de sanar, de amar y de seguir soñando. Porque, al final, cada despedida del verano nos invita a abrir los ojos a un mundo lleno de promesas, de nuevas historias por escribir y de sueños por cumplir.

Y así, con esperanza y determinación, me preparo para lo que está por venir, sabiendo que cada paso, por pequeño que sea, me acerca más a la vida que quiero vivir.



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