Nuestros espacios urbanos no están pensados para proporcionar un apoyo físico a la vulnerabilidad, que es innata a la vida.
Ciudades construidas por y para los ciudadanos
Las ciudades son reflejo de su sociedad y su desarrollo debe ir de la mano de las necesidades de su población. Ante un entorno de grandes movimientos es necesario abordar importantes retos, entre los que destaca la renovación de las infraestructuras. La irrupción de nuevas tecnologías deja obsoletas muchas de las existentes, para lo que la búsqueda de financiación y una buena planificación resultan indispensables. Las ciudades se enfrentan a diversos retos que deberán abordar a corto y medio plazo. Las infraestructuras de muchas de nuestras urbes se están quedando obsoletas y precisan renovación y sustitución. Financiar esta renovación se está convirtiendo en un gran desafío; además, los núcleos urbanos han de abordar un panorama demográfico cambiante y la necesidad de reforzar la transparencia para satisfacer las exigencias de sus habitantes.
Ciudades para todas las personas
El entorno exterior y los edificios públicos tienen un impacto importante sobre la movilidad, la independencia y la calidad de vida de las personas mayores y afectan su capacidad para envejecer, una ciudad para todas las edades es aquella que adapta sus estructuras y servicios para que sean accesibles e incluyan a las personas mayores con diversas necesidades y capacidades.
Ciudades al servicio del ciudadano
Con vistas a mantener una buena calidad de vida, los residentes de estas ciudades también precisarán acceder a oportunidades económicas, que las ciudades pueden acelerar mediante inversiones en infraestructuras. A modo de ejemplo, ante los recientes cambios demográficos, los habitantes de las ciudades no viven necesariamente cerca de donde trabajan.
En la antigüedad..
La antigua Grecia ya contaba con rampas.¿ Cuál es la razón? Debby Sneed, arqueóloga de la California State University (CSU), cree que no es casualidad que los templos tuvieran estas rampas de acceso. Por eso, en un estudio publicado en Antiquity, señala que los antiguos griegos llevaran a cabo esas construcciones para quienes no podían usar las escaleras, ya fueran ancianos, embarazadas, niños pequeños o personas con movilidad reducida por cualquier motivo. Dar acceso a personas con movilidad reducida puede no haber sido la función exclusiva de estas rampas, sí fue un factor primario en su construcción.
Debby Sneed señala que hay pruebas que indican una tendencia por la cual los santuarios curativos, que albergaban a muchas personas con una variedad de enfermedades, lesiones y afecciones (entre ellas muchas que afectan a la movilidad), tenían más rampas que los santuarios no curativos. Las rampas fueran encontradas en una determinada región podría deberse a una tendencia arquitectónica .Las rampas ayudan a todos a caminar mejor hacia los templos, también a las personas con discapacidad. En cualquier caso la accesibilidad beneficia a todas personas
Las ciudades de hoy
La ciudad de hoy debe de estar al servicio del ciudadano y dar respuesta a sus necesidades cambiantes.
Las ciudades cuidadoras
No tenemos la fórmula mágica para construir territorios cuidadores, pero consideramos que el espacio, desde las diferentes escalas, debe cumplir determinadas cualidades para favorecer y facilitar las tareas y la gestión de los cuidados (tanto el propio como el cuidado de otras personas):
— Proximidad. Énfasis en la escala de barrio, en la existencia de una red de espacios, equipamientos y sistemas de movilidad con una ubicación próxima en el espacio y el tiempo, conectados entre sí y distribuidos de manera homogénea por toda la ciudad, para facilitar la vida cotidiana de las personas.
— Continuidad. Desde la dimensión social debe existir también una continuidad entre la provisión de cuidados por parte de las redes familiares y afectivas, la comunidad y las políticas públicas.
—Accesibilidad. Promover el acceso universal a través de la configuración, ubicación, señalización y lenguaje de los espacios.
— Conciliación. Mediante el diseño urbano, fomentar que las personas puedan cuidar o cuidarse mientras realizan otras actividades pertenecientes a la esfera productiva, personal o comunitaria.
— Autonomía. Garantizar el máximo grado de autonomía a todas las personas en sus desplazamientos y actividades cotidianas, a través del diseño y la ubicación de espacios, equipamientos, redes de movilidad y elementos urbanos.La transición hacia una ciudad cuidadora significa poner los cuidados en el centro desde una perspectiva política y feminista
— Corresponsabilidad. Que la gestión y provisión de los cuidados sea compartida y pueda darse fuera del ámbito doméstico. Por ejemplo, promover la existencia de ámbitos que permitan la gestión comunitaria de los cuidados, como espacios de crianza compartida o comedores populares.
— Dotación. Instalación de baños accesibles para todas las para podernos cambiar de ropa, pañal de forma higiénica y digna y no en el suelo.
— Seguridad. Diseñar el espacio para que se perciba seguro para todas las personas, incluyendo los aspectos de inseguridad vinculados a las violencias machistas, pero también elementos de inseguridad viaria, como la intensidad y la velocidad en el ritmo de la ciudad que imponen los vehículos motorizados o la seguridad ambiental asociada a la contaminación y los impactos que produce en la salud física y mental de las personas.
La transición hacia una ciudad cuidadora significa poner los cuidados en el centro desde una perspectiva política y feminista. Es decir, reivindicando que son imprescindibles para la sostenibilidad de la vida, pero sin construir una imagen idealizada y naíf de ellos. Los cuidados nos comportan alegrías, aprendizajes, sentirnos acompañadas, pero también suponen esfuerzo, dolor, agotamiento, frustración y tristeza. Repensar los territorios desde las necesidades de los cuidados mejoraría las condiciones de vida materiales e inmateriales de muchas personas y fomentaría una sociedad corresponsable con los cuidados.
Los entornos discapacitan!
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